Desde ese día que habíamos estado tomando, no volvimos a vernos.
Yo pensaba que las cosas no habían cambiado.
Creía como estúpida que nada de ese día trascendería lo suficiente.
Pero pasó. Caí en la cuenta del tiempo transcurrido y comenzé a darme cuenta que nada estaba en su lugar.
Preferí jugar a la rueda otra vez, a cambio de comer caracoles en marruecos y beber agua de Carqueja.
Lo llamé una tanda de veinte veces por su nombre y nadie contestó, solo se oía el maullido perdido del gato vecino.
Cada vez que atinaba a salir, hormiga picaba el dedito chiquito del pie. Preferí entonces jugar al senku, para matar el tiempo y la ansiedad que me producía la situación. Vi correr el tiempo de cuatro formas diferentes y en la última vuelta del segundero, tragué saliva y fui hasta la casa de bernardita. Le pedí prestado un poco de aromatizador para el aliento sabor vainilla y corté una de las flores amarillas.
Despacio me fui acercando a su puerta. Golpée sin titubear. Nadie me abrió.
Volví a golpear. Ahora si me invadía la intriga.
Me asomé por atrás. Salvador tampoco estaba atado. Directamente no estaba.
En eso, escucho que me llaman... me dejaron esto para vos, me dice una señora.Era un sobre de papel color verde con una flor amarilla pegada desprolijamente.
En eso percibí con seguridad lo que iba a leer y predije sus palabras.
Ya fue Mariposa.Ya te había dicho que a otra cosa...
2 comentarios:
Buenisimo relato ceci, me encantó.
Se ve que don Julio te atrapó, terminaste rayuela?
Seee me voló la cabeza! =)
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